Previous Lesson -- Next Lesson
COLOSENSES - Cristo en vosotros, la esperanza de gloria
Meditaciones acerca de la epístola del apóstol Pablo a la iglesia en Colosas
16. ¡Sed santos, porque yo soy santo! (Colosenses 3:5-10)
COLOSENSES 3:5-7
5 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros; fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; 6 cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, 7 en las cuales vosotros también anduvísteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.
Pablo escribió abiertamente a los miembros de la iglesia en Colosas, que, creyendo en la grandiosa promesa de la santa trinidad, deben luchar cada uno en particular una batalla sin compasión o demora contra sus pecados específicos. En esto, el experimentado consejero y pastor menciona especialmente actos sexuales ilegales y la codicia de poseer dinero. El permanecer en pecados grosos y maldades provoca la ira y el juicio de Dios. Pero Pablo consuela a los cristianos de la iglesia en Colosas y simplemente los denomina “desobedientes rebeldes contra Dios”, pero testificó que “antes” se habían conducidos así. Los gruesos pecados y ataduras de sus vidas, han sido vencidos por su fe en Jesucristo y les fueron. De ahora en más ellos debían luchar por la purificación de sus propósitos, inclinaciones y emociones y quitar “todo” lo que no agrade a Dios.
COLOSENSES 3:8-10
8 Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. 9 No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, 10 y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.
Los creyentes deben cuidar especialmente sus labios, para que no salgan palabras impuras, mentiras, odio, enojo y maldades. Pablo les asegura también que ellos se habían despojados voluntariamente del viejo Adán y de la vieja Eva y que fueron renovados en su mente por el creciente conocimiento de Dios, pues han sido creados a su imagen (Génesis 1:27). Jesús es el “nuevo” hombre que podía decir: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9). Sus seguidores no sólo deben imitarlo en sus pensamientos, sino también en forma existencial, para alcanzar el propósito de la creación. Pero esto no acontece por propios esfuerzos, sino por profundizar continuamente en el conocimiento del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El nos transforma a su imagen por la fe y por nuestro agradecimiento.
Referente a lo que es despojarse del hombre viejo y malvado, se comenta de un pastor en la parte central de Alemania que recibió la visita de un hombre que hacía años, siendo muchacho, había aprendido la enseñanza cristiana antes de ser confirmado en su fe. Este hombre volvió de los EE.UU. y le contó al pastor con estusiasmo: “¡Me he desvestido del viejo Adán en EE.UU. y ahora estoy vestido del nuevo hombre…, de ¡Jesús!” A lo que el anciano pastor dijo con cierto sarcasmo: “¡Ten cuidado, esa bestia sabe nadar!”
ORACIÓN: Padre celestial, nos avergonzamos que en nuestra carne y sangre se esconden tantos malos propósitos, sueños y anhelos. Perdónanos todos nuestros pecados y ayúdanos por medio de Jesucristo y su Espíritu Santo, que todas las malas inclinaciones en nosotros mueran y que seamos santificados por tu gracia y afirmados en tu amor y verdad. Amén.
PREGUNTA:
- ¿Cómo se realiza en la practica, morir al pecado?