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COLOSENSES - Cristo en vosotros, la esperanza de gloria
Meditaciones acerca de la epístola del apóstol Pablo a la iglesia en Colosas

Parte 2 - El conocimiento del misterio de Cristo protege de falsas doctrinas (Colosenses 2:1-23)

11. ¿Estamos completos de El y en El?


Pablo escribió enormes contenidos de fe, desde su prisión preventiva a los seguidores de Cristo en Colosas y Laodicea . Les aseguró que ellos eran miembros espirituales del cuerpo resucitado de Cristo, y que él es su cabeza que ordena y manda (Colosenses 1:18). El les explicaba que Cristo vive personalmente en ellos, porque el Espíritu Santo habitaba en ellos (Colosenses 1:27). Además les exhortó que debían vivir en él y andar en él (Colosenses 2:6). Después de su impresionante confesión de la plena y perfecta Deidad de Jesucristo, siguió aún más adelante y les escribió, que ellos como creyentes renacidos ya habían recibido participación de la Deidad de su Señor. Algunos traductores bíblicos escriben: “¡Vosotros estáis completos en él!” (Colosenses 2:10).

El que es sincero se asusta por esta declaración. ¿Quiénes somos y quién es él? Nosotros somos mortales, ¡él es eterno! Nosotros somos pecadores, ¡él es santo! Nosotros somos egoístas , arrogantes y seguros de nosotros mismos, pero ¡él permanece aun en su gloria manso y humilde de corazón, lleno de misericordia y amor! Todos los 350 nombres bíblicos de Dios y sus cualidades descansan en él. Pero en su luz aparecemos como trapos de inmundicia. Nuestros pecados y faltas son innumerables como la arena a la orilla del mar. Aquel que ignora esto, no ha reconocido a Dios como su parámetro.

Pero justamente en este punto comienza nuestra redención. Jesús tomó sobre sí todos los pecados de la humanidad, los expió y los perdonó (Juan 1:29-36; 1.Juan 2:1-2). Desde aquel entonces todo creyente en él es justificado y aparece sin pecado delante de Dios. Por el derramamiento del Espíritu Santo sobre toda carne (Joel 3:1 en algunas Biblias 2:28) la sustancia de Dios entró en los seguidores de su Hijo (Hechos 2:1-4.16-21). El recibimiento del Espíritu era posible recién después de la muerte expiatoria de Jesús. El aseguró a sus discípulos en la última cena, cuando les repartió el pan: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo.” Después, cuando les ofreció la copa con vino, dijo: “Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mateo 26:26-28). El cuerpo de Cristo, su sangre, su Espíritu, su poder y su amor entran en cada uno que le confiese sus pecados y se abre incondicionalmente a las palabras de Jesús. La Deidad de Cristo llena a todos los que se relacionan con él en humildad y agradecimiento.

Esta llenura de los creyentes se nos declara no en singular, sino en plural. Ninguno de nosotros posee la Deidad de Cristo para sí sólo, ésta en cambio, ella llena toda la cristiandad, a medida que cada uno permita ser santificado por los dones de la gracia de Dios. Cada seguidor de Cristo recibe por el Espíritu del Padre y del Hijo dones específicos. Estos diferentes receptores de sus dones, todos juntos, son el cuerpo de Cristo, impulsado por su sangre, estimulado por su amor y llenado por la adoración al Padre (Romanos 5:5; Efesios 1:13.14.22.23 u otros). Pablo escribe en este sentido algo muy emocionante: “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados ... Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:17.29). Un evangelista internacional dijo en una de sus predicaciones que Cristo hoy, es mayor que en el tiempo de Pablo, pues en cada generación, millones de discípulos renacidos son incorporados en él. Todos ellos están llenos y completos en su plenitud.

Pero Pablo no se contenta con la realidad que Jesús es la cabeza de la iglesia y la llena con su Deidad, mientras que ella está íntimamente unida a él. No, Pablo sigue más adelante y testifica valerosamente que Jesús también es la cabeza de todos los jefes de gobierno, fundadores de religiones, multimillonarios, exorcistas y espíritus anticristianos que existen en este mundo (Romanos 8:38.39; Efesios 1:20-21; Filipenses 2:9 y otros). Nada sucede sin su voluntad, todo acontece en el marco de su plan de salvación (Romanos 1:18-32). El Cordero de Dios abrió los siete sellos e hizo venir a los jinetes apocalípticos (Apocalipsis 6:1-8). El llevará hasta el final su obra gloriosa. El asegura a la iglesia que está esperando y sufriendo: “Ciertamente vengo en breve” (Apocalipsis 22:20).

ORACIÓN: Padre celestial, ¿quiénes somos, que tu Hijo ha hecho morada en nosotros con toda la plenitud de su Deidad? Te adoramos a ti y a tu Hijo como el único Dios y te agradecemos con mucha alegría por el incomprensible privilegio que tú, en tu gracia y omnipotencia nos unges y nos das dones. No pases de largo de nuestros vecinos que no te conocen, para que también ellos se arrepientan y abran la puerta de su corazón a ti.

PREGUNTA:

  1. ¿Por qué fue posible que el trino Dios habitara dentro de personas mortales?

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