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COLOSENSES - Cristo en vosotros, la esperanza de gloria
Meditaciones acerca de la epístola del apóstol Pablo a la iglesia en Colosas

PARTE 1 - Los fundamentos de la fe cristiana (Colosenses 1:1-29)

2. La oración de agradecimiento de Pablo y sus colaboradores por la iglesia en Colosas (Colosenses 1:3-8)


La esperanza viva

Una de las razones del amor activo y la fe firme de los colosenses era su esperanza, que marcaba sus vidas y su manera de pensar. Pablo y su grupo de oración agradecían a Dios, el Padre de Jesucristo, por la singular esperanza de las iglesias, que movía como un motor sus actividades en su vida espiritual.

La desesperanza en nuestro mundo crece. Las enfermedades, cuestiones hereditarias, exceso de población, contaminación ambiental, armas nucleares, guerras y mortandad se ven escritos como el “Mene, Tekel” escrito en la pared del libro de Daniel. Pero Cristo resucitó de los muertos. ¡Él vive! Él no se descompuso en la tumba como Budda, Mahoma u otros fundadores de religiones. Su resurrección gloriosa confirma su santidad, ilumina su victoria sobre la muerte y Satanás, y nos asegura que Dios aceptó el sacrificio expiatorio a favor de cada pecador. Cristo es la única esperanza para nuestro mundo. Su poder vital ilumina en su gloria, como pudo ver Pablo.

El apóstol había escrito antes a la iglesia en Roma: „Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con El, para que juntamente con El seamos glorificados. V.18 Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. ...V.28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. V.29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:17.18.28.29).

Pablo testificaba con esta confesión, que el cuerpo espiritual visible y tangible de Cristo en la resurrección de los muertos, sería el ejemplo también para nuestra propia resurrección. A nosotros se nos prometió ser semejante al Hijo de Dios y reflejar la imagen de su gloria. Su humildad y santidad, su poder y gloria se introducen en sus seguidores, para que se cumpla su revelación: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11:25.26). El apóstol Pablo había escrito a la iglesia en Corinto: „Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal y hay cuerpo espiritual (1. Corintios 15:42-44). De estos misterios revelados leemos también en la epístola a los Colosenses.

Guardada para vosotros en los cielos

En la carta a los Romanos leemos una forma resumida del programa de salvación de Dios: “La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). Este versículo nos explica que la vida eterna viene hacia nosotros y queda con nosotros sólo por Cristo y a través de Cristo. El mismo es esta vida, así como su Padre es la fuente de vida (Juan 5:26). Jesús aseguraba varias veces: “Yo soy la vida” (Juan 11:25; 14:6; y otros). Por eso Pablo se atreve a escribir a los filipenses: “Para mí el vivir es Cristo” (Filipenses 1:21). Por haber recibido el Espíritu Santo del Cristo resucitado, los creyentes ya tienen la vida eterna en este mundo. Esta vida escondida es la fuerza vital de Dios que mora en los seguidores de Cristo. Pablo llama esto un regalo de Dios, el anticipo de nuestra herencia futura y la consumación de nuestra salvación. Si los creyentes comparten la vida de Dios por la fe en su Redentor resucitado, esto es sólo una porción, un anticipo de la vida venidera. La riqueza de su gloria se abre paso en nosotros, con el regreso de Cristo. La plenitud de sus dones para nosotros está en Él, aun escondido en el cielo, como un anticipo, ya prometido y regalado.

De la cual ya habéis oído

La iglesia había oído antes y varias veces, de Epafras y otros testigos de Jesucristo, de qué manera Jesucristo otorga su vida eterna al mundo. Quizá habían oído el mini-evangelio: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Esta palabra céntrica del Nuevo Testamento nos asegura que la vida eterna no se nos la da recién después de la muerte, sino que ya la hemos recibido por nuestra relación de fe con Jesucristo. El Señor aseguraba a sus discípulos, que sus nombres están inscritos en el libro de la vida (Lucas 10:20; Filipenses 4:3). El se llama el “Buen Pastor” y a sus discípulos como “sus ovejas”, a las cuales conoce y les otorga la vida eterna, para que nunca perezcan (Juan 10:28). El les regala sus palabras de vida, que les vivifican y les dan fuerza (Juan 6:63.68; Filipenses 2:16). En su oración sacerdotal Jesús dijo a su Padre: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). El que reconoce al único y verdadero Dios, se da cuenta, que El es nuestro Padre. Aquel que entiende a Jesús, le agradece por su sacrificio expiatorio que nos justifica para toda la eternidad. Por nuestra fe en el Padre y en el Cordero de Dios recibimos al Espíritu Santo, del cual Pablo, el jurista, escribe: “El espíritu vive a causa de la justicia” (Romanos 8:10). Nosotros recibimos gratuitamente y por pura gracia su vida eterna, porque Cristo murió. Con esto no debemos olvidar, que su vida es eterna y no puede ser destruída ni por la muerte ni por el diablo. ¿Quién agradece a Jesús por su vida eterna, que ya nos la ha regalado?

ORACIÓN: Nuestro Padre celestial, te adoramos porque nos has regalado tu vida eterna por medio de Jesucristo. ¿Quiénes somos, que como mortales, nos has incluído en tu vida, y ya nos diste el anticipo de tu gloria por el Espíritu Santo? Ayúdanos, para que te amemos como tú nos amaste. Amén.

PREGUNTA:

  1. ¿En qué consiste la esperanza segura de los cristianos?

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