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c) Advertencia a los gentiles creyentes de no tener una actitud de orgullo hacia los hijos de Jacob (Romanos 11:16-24)
ROMANOS 11:16-24
16 Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas. 17 Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, 18 no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. 19 Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. 20 Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. 21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. 22 Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esta bondad; pues de otra manera tú también serás cortado. 23 Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar. 24 Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?
Pablo asevera que Abraham fue justificado solo por gracia, y predica que los descendientes de Abraham también serán justificados si son creyentes como su padre, porque si las raíces del árbol fueron buenas, sus ramas también lo serán; y si las primeras hogazas fueron deliciosas, las siguientes hogazas de la misma masa también lo serán. Al principio, los cristianos eran extranjeros en el reino de Dios. Eran como las ramas de un olivo en el desierto, pero la mano del Señor los injertó en un viejo olivo, el de Abraham y su clan, para que pudiesen vivir de su rica savia y llevar fruto por su poder. Pero si la mano del Señor cortó algunas de las ramas naturales para injertar ramas de otro árbol, las ramas injertadas no deben jactarse, pensando que son mejores y más valiosas que las que han sido desgajadas.
Los judíos son como ramas desgajadas porque han rechazado a Cristo y han despreciado su salvación, mientras las ramas injertadas representan a los cristianos que han puesto su fe en el Hijo de Dios. Si los recién injertados se jactan de sí mismos, diciendo que los hijos de Abraham son corruptos y han sido rechazados, ¡que tengan cuidado!, porque el que se llena de orgullo y se glorifica a sí mismo pronto caerá en la destrucción. Es por esto que el apóstol Pablo advierte a los creyentes gentiles de no enorgullecerse.
El apóstol sigue y afirma que, si el justo y santo Dios no perdonó a las ramas naturales, porque no llevaron fruto a pesar de que les había hablado muchas veces por medio de muchas promesas, con aun más facilidad quitaría las ramas recién injertadas si tuviesen una naturaleza enfermiza, sin permitir que el poder de las raíces viejas de olivo las restaurase. Pablo dice que Dios muestra tanto bondad como severidad, al mismo tiempo. La severidad de Dios se ve en que corta las ramas que no llevan fruto, si no dejan que el poder de la regeneración, juntamente con la purificación y la santificación de Dios, opere en ellas. La bondad de Dios se ve en los que son injertados en Cristo, pues él es el olivo espiritual, y éstos serán restaurados y hechos fructíferos, si permanecen firmes en él; pero si se ponen tozudos y se oponen a la obra de su Espíritu Santo, los cortará de nuevo.
Jesús había explicado este principio al decir: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden” (Juan 15: 5, 6).
No obstante, el judío que antes fue una rama quitada del viejo olivo, pero que ahora cree en Jesús y su divinidad, y ha aceptado su expiación, será injertado de nuevo en el viejo olivo por la mano del Señor. Dios puede hacer lo increíble. Puede dar vida a las ramas cortadas, y, por lo tanto, puede hacer que algunos de los judíos vuelvan a creer en su Salvador, el Señor Jesús.
En cuanto a nosotros, Dios no nos menospreciaba cuando éramos pecadores, sino que nos purificó mediante nuestro arrepentimiento, a través de la sangre de Cristo, y nos dio vida por su Espíritu Santo. De esta manera quiere salvar a todos los hijos de Abraham, la tribu de Ismael y los hijos de Jacob, si buscan la verdad. Jesús los injertará para producir mucho fruto en cada uno de ellos.
ORACIÓN: Oh Padre celestial, te damos gracias porque nos has purificado a nosotros, pecadores, nos has santificado por tu gracia, y nos has injertado al cuerpo espiritual de Cristo. ¡Cuán grande es el privilegio que gratuitamente nos has otorgado! Ayúdanos a no vivir para nosotros mismos, a no volvernos orgullosos, sino que nos esforcemos en llevar a muchos pecadores a la buena vida en ti.
PREGUNTAS:
- ¿Qué significa el ser injertado en el cuerpo espiritual de Cristo?
- ¿Quiénes estarán en peligro si el injerto se dañase?