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c) Jesús se aparece a María Magdalena (Juán 20:11-18)
JUÁN 20:17-18
17 —Suéltame, porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes”. 18 María Magdalena fue a darles la noticia a los discípulos. «¡He visto al Señor!», exclamaba, y les contaba lo que él le había dicho.
María se postró ante Jesús en adoración, intentando besar sus pies y tocarlo, para aferrarse a él y no dejarlo nunca. Jesús la disuadió de tocar porque su amor es espiritual. Le había concedido su voz y su presencia y deseaba el crecimiento de su fe mediante la unión con la Santísima Trinidad. Esto lo dejó claro en su discurso de despedida a sus discípulos un poco antes. Ni tocarlo, ni aferrarse a él creará la unión con él, sino que es la fe en su Ser Espiritual la que une con él.
Jesús le dijo que no permanecería en la tierra después de su muerte; sus apariciones serían transitorias, ya que su destino final sería el cielo. Su objetivo era la ascensión y el regreso a su Padre. El camino de vuelta a Dios estaba ahora abierto después de su auto-ofrenda en la cruz. Este Sumo Sacerdote resolvió ofrecer un sacrificio en sangre al Santo. Le dice a María: "No te aferres a mí porque voy a cumplir toda justicia, intercederé por ti y te llenaré del poder del Espíritu".
Sus palabras también sugieren que no le pertenece sólo a ella, sino a toda la humanidad: "¡Vuelve a los discípulos e infórmales de mi existencia, mis propósitos y mi ascensión!" Con este mensaje a los discípulos por medio de María, los consoló. Los llamó hermanos. Por la fe nos convertimos en sus hermanos, por su cruz y resurrección y vida inmortal. Nos llama hermanos, no sólo amados. La salvación está consumada y somos establecidos en nuestros derechos de adopción. Él firmó con su sangre la carta de nuestra filiación divina.
¿Cuál es la esencia del mensaje que María tenía que transmitir oralmente a los discípulos? En primer lugar, que estaba vivo. Su encuentro con él era un hecho histórico. En segundo lugar, que su Padre era también el nuestro, con esta promesa Jesús atrajo a sus discípulos a la perfecta comunión con Dios. No hablaba de un Dios lejano, poderoso y como juez, sino de un Padre amoroso y cercano. No era sólo el Padre de Cristo, sino también nuestro Padre. Llamó al Padre "mi Dios" como su todo en todo. Permanece fiel a su Padre, cuando toda la creación está separada de Dios por el pecado. Ya no es nuestro enemigo a causa del pecado que hemos cometido, sino que nos ama, perdonados por el rescate de la cruz. Como él habita en unión con su Padre, así quiere que nosotros habitemos en la unión trinitaria por la efusión de su Espíritu Santo, para que el amor fluya en nosotros.
Cristo puso así la promesa de plena comunión en los labios de la mujer que lo vio por primera vez después de su victoria sobre la muerte. Ella fue obediente, dejó de postrarse a sus pies y corrió a dar testimonio a los discípulos, proclamando su hermandad con él y la paternidad de Dios en unión con nosotros por la gracia. Este mensaje, como una trompeta de júbilo, llena hoy nuestros afligidos corazones. ¿Te ha llegado esa alegría de la aceptación con Dios y de tu revivir? ¿Crees en el mensaje de María como primera anunciadora de la noticia de que Cristo había resucitado?
ORACIÓN: Te damos gracias, Señor Jesús, resucitado de entre los muertos, presente con nosotros, por llamarnos tus hermanos. No merecemos vivir en íntima comunión contigo. Te damos gracias por perdonar nuestros pecados. Haznos apóstoles de tu alegría para todos los que te buscan.
PREGUNTA:
- ¿Cuál es el mensaje de Cristo en labios de María Magdalena para nosotros?