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3. El mundo odia a Cristo y a sus discípulos (Juán 15:18 – 16:3)
JUÁN 15:26-27
26 "Cuando venga el Consolador, que yo les enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, él testificará acerca de mí. 27 Y también ustedes darán testimonio porque han estado conmigo desde el principio."
¿Cuál fue la respuesta de la Santísima Trinidad al odio del mundo y a la crucifixión del Hijo de Dios? Enviar el Espíritu Santo. La venida del Espíritu es una maravilla presente. Su venida indica la entrada de Dios en el mundo, pues procede del Padre y está en armonía con Dios en su ser y sus convicciones. Desea la redención del mundo, siendo el que lo principia en uno. El Espíritu juzga el mal en el mundo y nos mueve hacia la santidad de Dios, ya que pone al descubierto toda impiedad. Su presencia en los discípulos se convierte en un acicate para la humildad y la abnegación, mientras que el mundo se ahoga en el orgullo, la obstinación y el engaño. Principalmente, es el Espíritu de la verdad, que reprende a los mundanos por sus iniquidades.
Al mismo tiempo, consuela a los discípulos, asegurándoles que Jesús es el Hijo de Dios, quien completa la salvación de ellos. El Espíritu de Consolación da a nuestros espíritus un testimonio de Jesús para que veamos en el amor del Hijo al mismo Padre. Sin el Espíritu Santo no podemos comprender la verdadera fe. Con todos los creyentes admitimos que no podemos confiar en Jesucristo, nuestro Señor, por nuestros propios esfuerzos o facultades, ni podemos llegar a él, sino por su Espíritu, que nos ha llamado por el Evangelio y nos ha iluminado con sus dones, santificándonos por una fe verdadera. Él llama a todos los cristianos, reuniéndolos, iluminándolos y haciéndolos santos en Cristo. Los mantiene en la fe, el único y verdadero credo. El Espíritu Santo crea la eficacia en nuestro testimonio. No te apoyes en tu entendimiento o en tu experiencia si quieres presentar a Cristo a los demás. Entrégate por completo al Espíritu de Sabiduría. Escucha sus palabras para aprender a magnificar a Jesús. Esa escucha sincera de la voz del Espíritu mientras das testimonio y conversas, te convertirá en un apóstol eficaz del Señor.
Cristo llamó a sus once apóstoles testigos de él, un privilegio que les era propio. Estos discípulos fueron testigos presenciales de la vocación histórica de Jesús en la tierra. Darían testimonio de lo que habían visto, oído y tocado. Sus palabras demostrarían la justificación de la presencia de Dios en la tierra. Nuestra fe se apoya en ese testimonio. Jesús no fue autor de un libro, ni escribió una epístola, sino que encomendó su mensaje salvador al testimonio del Espíritu Santo y a los dichos de sus discípulos apoyados en su conducta. El Espíritu de la verdad no mentirá, sino que demostrará a un mundo enfermo el poder del amor de Cristo por boca de sus discípulos. El mismo Jesús dijo a sus apóstoles: "Cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos".
ORACIÓN: Te adoramos, oh Hijo de Dios, el Santo, que eres uno con el Padre y el Espíritu Santo, y no nos has dejado huérfanos, sino que has enviado tu Espíritu de verdad para dar testimonio. Santifícanos por tu venida. Enséñanos a dar testimonio de ti para que muchos crean.
PREGUNTA:
- ¿Cómo Dios confronta al mundo que crucificó a Cristo?