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b) Opiniones dispares sobre Jesús entre el pueblo y el alto consejo (Juán 7:14-53)
JUÁN 7:45-49
45 Los guardias del templo volvieron a los jefes de los sacerdotes y a los fariseos, quienes los interrogaron: —¿Se puede saber por qué no lo han traído? 46 —¡Nunca nadie ha hablado como ese hombre! —declararon los guardias. 47 —¿Así que también ustedes se han dejado engañar? —replicaron los fariseos—. 48 ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes o de los fariseos?
Mientras Jesús enseñaba al pueblo en el templo, los fariseos se reunieron esperando que sus siervos arrestaran a Jesús y lo llevaran ante ellos. Los sumos sacerdotes se nombran en plural, aunque un sumo sacerdote presidiría el Alto Consejo durante su vida. Pero los gobernantes romanos destituían a estos hombres de vez en cuando. Por eso, en la época de Jesús había varios sumos sacerdotes depuestos por Roma, todos ellos pertenecientes a las familias sacerdotales. Estos hombres eran saduceos y tendían al pensamiento libre, poco afines al legalismo de los fariseos.
Los fariseos se sentaron junto a los sacerdotes en el Consejo. Como legalistas, rechazaban el pensamiento griego y hacían de la ley la base de la fe y las obras de su partido. Eran duros de corazón, honrando a Dios con la severidad hacia ellos mismos y hacia los demás.
Unos y otros, fariseos y saduceos, se enfadaron al no poder arrestar a Jesús. Los discípulos no lo defendieron, ni el pueblo lo custodió, pero sus palabras impresionaron a todos, por lo que no se atrevieron a encadenarlo, ya que eran conscientes del poder de Dios que fluía a través de él.
Al oír esto, los fariseos se incitaron y gritaron contra los guardias del templo: "¿También ustedes se han unido a las filas de este acusador? Ninguno de los miembros honorables del Consejo ha creído en él. Ningún creyente recto seguiría a este galileo".
Muchos, en efecto, amaban a Jesús, pero eran gente sencilla, despreciada, malvada o inmoral. Él se había sentado a la mesa y los honraba con su presencia. Pero los piadosos despreciaban a esa gente y la consideraban maldita. Los miraban con anteojos legalistas. En realidad, era esta gente despreciada la que seguía a Jesús. Algunos de ellos habían confesado sus pecados ante Juan el Bautista. Por eso los gobernantes odiaban a la masa, olvidando que hablaban la misma lengua y tenían las mismas costumbres. Todo el pueblo forma una unión, independientemente de los conflictos y las divisiones que existan entre las clases.
JUÁN 7:50-53
50 Nicodemo, que era uno de ellos y que antes había ido a ver a Jesús, les interpeló: 51 —¿Acaso nuestra ley condena a un hombre sin antes escucharlo y averiguar lo que hace?
Uno de los presentes estaba preocupado por la hostilidad del Consejo. Se trataba de Nicodemo que había acudido a Jesús en secreto y de noche. Cristo le había mostrado la necesidad de renacer. Este hombre estaba todavía bajo la influencia de Jesús y quería mediar en su favor, sin hacer publicidad de que estaba a favor de él. Utilizó el estilo de la ley en los tribunales que rechazaba la emisión de juicios sobre los ausentes.
Los jueces, sin embargo, se rieron de este hombre de conciencia. Aunque el tribunal sesionara, sería en gran medida formal, condenando al inocente de forma fraudulenta. Los conspiradores consideraron que las pruebas eran concluyentes de que Jesús era un falso profeta, ya que era galileo, una región despreciada por los judíos por ser laxa en cuanto a la ley. Ninguna Escritura indicaba que el Mesías prometido o un profeta de los últimos días procediera de allí. Los fariseos estaban convencidos de que era falso, por lo que se burlaron de Nicodemo que quería presentar a Jesús ante ellos, para persuadirlos con sus palabras poderosas, como antes había logrado convencer a Nicodemo.
PREGUNTA:
- ¿Por qué los sacerdotes y los fariseos despreciaban a las personas comunes del pueblo?