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JUÁN - La Luz Resplandece En Las Tinieblas
Estudio en el Evangelio de Cristo según Juan
PARTE 1 - El Resplandor De La Luz Divina (Juán 1:1 - 4:54)
A - La Encarnación De La Palabra De Dios En Jesús (Juán 1:1-18)

2. Juan el Bautista prepara el camino de Cristo (Juán 1:6-13)


JUÁN 1:9-10
9 Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo. 10 El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció.

Cristo es la verdadera luz del mundo. El Espíritu Santo había predicho su venida, cientos de años antes, a través de los profetas. Los libros del Antiguo Testamento están llenos de referencias a la venida de Cristo a nuestro universo. Por eso el profeta Isaías dijo: "Mira, las tinieblas cubren la tierra, y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos. Pero la aurora del SEÑOR brillará sobre ti; ¡sobre ti se manifestará su gloria!" (Isaías 60:2)

En nuestro versículo, la palabra "mundo" se repite cuatro veces. Para el evangelista Juan, el significado de esta palabra se aproxima al de las tinieblas, pues escribe: "Sabemos que somos hijos de Dios, y que el mundo entero está bajo el control del maligno." (1 Juan 5:19)

En el principio el mundo no fue malvado, porque Dios lo creó bueno. Su belleza y bondad llenaban el universo. "Y contempló todo lo que hacía, y ciertamente era muy bueno" (Génesis 1:31) Dios creó al hombre a su imagen y su gloria fue otorgada a los padres de la humanidad, que reflejaron la luz del Creador como un espejo.

Pero a causa del orgullo, todos se volvieron malos y rebeldes. Dejaron la comunión de Dios en sus corazones, porque se abrieron al espíritu de las tinieblas. El alejamiento de Dios siempre lo hace a uno malvado, como confesó David en el Salmo 14:1: "Dice el necio en su corazón: «No hay Dios». Están corrompidos, sus obras son detestables; ¡no hay uno solo que haga lo bueno!".

Sin embargo, el evangelista Juan dio testimonio de que Cristo vino a este mundo malvado, al igual que el sol se levanta gradualmente, disipando la oscuridad que lo precede. La luz de Cristo no entró en nuestro mundo como un relámpago cegador. Sino que entró en él suavemente, iluminando a todos los hombres. Es decir, el Señor no vino como juez y verdugo. Sino que vino como Salvador y Redentor. Todas las personas necesitan ser iluminadas por Cristo. Sin esta iluminación, permanecen en la oscuridad. Cristo es el verdadero iluminador, y nadie más. Quien acepte su iluminación a través del Evangelio cambiará su carácter y se volverá bueno e iluminará a los demás.

¿Entendiste el significado de este dicho: "El Creador vino a su mundo"? El dueño entró en su posesión, y el rey se acercó a su pueblo. ¿Quién despertará y se preparará para su venida? ¿Quién estudiará la verdad sobre su venida, su constitución y sus objetivos? ¿Quién es el que deja sus objetivos mundanos y vanos y se acerca y acoge al Dios que viene? ¿Quién es el que entiende esta época revolucionaria y única, en la que Dios vendrá?

Así, el Señor se hizo presente de repente entre los pecadores. Vino sin hacerse notar, pequeño y silencioso. No quiso iluminar al mundo con su grandeza, su poder y su gloria. Pero reveló su humildad, su amor y su verdad. Desde el principio de la creación, ser orgulloso fue la razón de la caída de la humanidad. Por eso el Todopoderoso se presentó como el Humilde. Incluso Satanás quería ser fuerte, glorioso e inteligente, como Dios. Pero Cristo se presentó como un débil bebé, acostado en un sucio pesebre. De esa forma, con su humildad, su mansedumbre y su obediencia, venció. Bajó a los niveles más bajos de la humanidad para levantar a todos y salvarlos por completo.

¡Escuchen todos! Después de esta buena noticia, leemos una palabra espantosa y estremecedora, y es que el mundo no conoce la luz y no la percibe. No se dio cuenta de que el Hijo de Dios se había acercado y estaba presente entre ellos. La gente seguía siendo ciega y necia, a pesar de sus filosofías, sus ciencias y su genio mundano. No reconocían que Dios mismo estaba ante ellos. No conocieron a su Creador y no aceptaron a su Salvador que los juzgará.

De esta dolorosa verdad, podemos deducir un importante principio en el reino de Dios. Es que no podemos entender a Dios sólo con nuestro cerebro y nuestras capacidades humanas. Todo conocimiento del amor de Cristo es una verdadera gracia y un don de Dios, pues es el Espíritu Santo quien nos llama a través del Evangelio, nos ilumina con sus dones y nos mantiene en la verdadera fe. Por eso debemos arrepentirnos y no depender de la astucia de nuestras mentes, ni de las emociones de nuestras almas. Todos debemos abrirnos a la luz verdadera, como las flores se abren a los rayos del sol. De este modo, la fe en Cristo crea el verdadero conocimiento. Esta fe inicial no procede de nosotros, sino que es obra del Espíritu del Señor en todos los que le obedecen.

ORACIÓN: Te agradecemos, Señor Cristo, que hayas venido al mundo. No viniste para juzgar y castigar, sino para iluminar a todos los hombres y salvarlos. Pero nosotros somos ciegos y necios. Perdona nuestras iniquidades y concédenos un corazón obediente. Abre nuestros ojos para que podamos verte, y abre nuestras almas a los rayos de tu suave luz, para que podamos vivir en el poder de tu Espíritu Santo.

PREGUNTA:

  1. ¿Cuál es la relación entre Cristo la Luz y el mundo de oscuridad?

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